Por Mumia Abu-Jamal
Su nombre era Ursula Le Guin. Nació en Berkeley, California, el 21 de octubre de 1929, hija del eminente antropólogo Alfred Kroeber.
Ella se conoce por sus novelas, especialmente las de ciencia ficción que tejen nuevos mundos con los hilos de los añicos de éste. Con frecuencia, sus libros son comentarios poco disimulados sobre los males de la guerra imperial y los frenesíes del militarismo.
Sus novelas incluyen El nombre del mundo es Bosque (1969), una alegoría que aborda la Guerra de Vietnam; Los desposeídos (1971), que imagina una resistencia anarquista global contra los ricos por los estragos que han provocado; y La rueda celeste (1971), de la cual estas líneas suyas revelan su sabor: “Él había crecido en un país gobernado por políticos que enviaron a pilotos a pilotar aviones bombarderos para asesinar a bebés para hacer del mundo un lugar seguro en que los niños pudieran crecer”.
Los libros de Le Guin no solo han entusiasmado a sus lectores de ciencia ficción. En el raro aire de la filosofía, su obra parece explorar cuestiones sobre la naturaleza profunda de la sociedad neoliberal. En su cuento “Los que se alejan de Omelas”, Le Guin crea un mundo donde todo está bien excepto un clóset oscuro y fétido, donde un niño sufre solo. De alguna manera, su tortura les da bienestar social a los residentes de Omelas.
La filósofa Elizabeth Povinelli abre su libro Economies of Abandonment (Economías del abandono) con la desgarradora visión de Le Guin como el marco para su introducción: “The Child in the Broom Closet” (El niño en el clóset de escobas”. Es una alegoría del Occidente moderno y del neoliberalismo, que se apoya en la violencia invisible del capitalismo y sus apetitos monstruosos.
Ursula Le Guin recibió el codiciado Premio Hugo a su excelencia en el campo de la ciencia ficción.
Desde la nación encarcelada, soy Mumia Abu-Jamal.
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